Introducción
En un sistema democrático, la confianza hacia las instituciones políticas, el entendimiento y el conocimiento de la opinión pública de los sucesos políticos juegan papeles claves para el fortalecimiento de la democracia. En el primer caso, la ciudadanía “premia” a los gobernantes, quienes han sido escogidos a través del voto, con su confianza, lo que les permite llegar al poder, ejercerlo y mantener su ejercicio; sin embargo, el ejercicio del poder no está garantizado de forma imperecedera. En el segundo caso, la opinión pública, en mayor o menor medida, recibe información sobre el contexto político de su entorno, y eventualmente utiliza tal conocimiento y entendimiento para “refrendar” o “retirar” la confianza con la que ha distinguido al gobierno en turno.
En el proceso anterior, ¿qué importancia tienen el conocimiento y el entendimiento de la opinión pública cuando decide convertir en depositario de su confianza a la autoridad en turno? ¿Qué resulta más relevante: el conocimiento objetivo del ciudadano sobre los sucesos políticos o su entendimiento sobre los mismos sucesos, es decir, la percepción del ciudadano sobre si “cree entender o no” lo que pasa en su entorno político?
Para contestar las preguntas anteriores, este artículo se divide en cuatro principales apartados: el primero es la revisión de la literatura, donde se resume brevemente los principales hallazgos de las investigaciones que han estudiado la confianza de la opinión pública en los instituciones políticas; el segundo, amplía la revisión de la literatura poniendo más énfasis en la relación conocimiento, entendimiento y confianza hacia las instituciones políticas; el tercero expone la parte metodológica de la presente investigación, la cual se basa en la creación de modelos de Mínimos Cuadrados Ponderados (MCP)2 y en el uso de una encuesta organizada por Barómetro de las Américas en 2014; finalmente, la cuarta parte presenta los resultados y las conclusiones de este estudio.
Antecedentes teóricos sobre la confianza de la opinión pública
El concepto de “confianza política” ha sido central para el estudio de la opinión pública por décadas (Easton, 1965; Gamson, 1968; Miller, 1974). El núcleo de estos análisis se ha concentrado en las orientaciones y actitudes de la opinión pública hacia las instituciones y al sistema político (Parker y Parker, 1993). En su trabajo seminal, Easton (1965) define la confianza política como una serie de actitudes de apoyo hacia el régimen y las instituciones políticas componentes. En relación a la opinión pública, el presente artículo parte de la definición de Glynn et al. (2004: 19): “un grupo de personas (a) que se enfrentan a un problema, (b) que están divididos en las ideas de cómo resolver tal problema y (c) que participan en el debate sobre el tema”. Se utiliza tal definición por su carácter operativo, que nos permite utilizar la base de datos de LAPOP 2014.
Para Catterberg y Moreno (2005), la confianza en las instituciones políticas ha disminuido en todas las democracias, pero en general la diferencia es que en las democracias viejas o consolidadas dicha disminución parece moderada, en cambio en las nuevas democracias la situación se presenta dramática. Por ejemplo, estos autores ofrecen evidencia empírica, la cual muestra que, de 1981 a 2001, la confianza en las instituciones legislativas en América Latina cayó en promedio un 26 % (Catterberg y Moreno, 2005: 6).
¿Qué consecuencias tiene para la democracia que las instituciones políticas despierten confianza entre la ciudadanía? La confianza es particularmente importante para los gobiernos democráticos dado que este tipo de régimen no puede basarse en la coerción, como lo hace un sistema autocrático. Durante los periodos de crisis económica, por momentos específicos, la estabilidad democrática requiere que los ciudadanos tengan suficiente confianza en las instituciones económicas y políticas para aceptar dificultades económicas temporalmente a cambio de una promesa de mejores condiciones en un futuro incierto (Catterberg y Moreno, 2005). Varios autores (Hardin, 1999; Warren, 1999) señalan que la confianza ciudadana por las instituciones políticas no debe entenderse como una fe ciega, sin crítica alguna, por el contrario, la confianza política es un “respaldo condicionado y temporal” restringido a que las instituciones políticas atiendan de manera eficiente los problemas y dificultades; la confianza política no está exenta de una actitud activa y vigilante de la opinión pública, con un sano escepticismo hacia las instituciones de gobierno, las cuales la población “monitorea” para analizar si las sigue respaldando con su confianza o les “retira” tal apoyo (Mishler y Rose, 1997; Warren, 1999). Identificar las determinantes de dicha confianza es el punto central del siguiente apartado.
Conocimiento político vs. entendimiento político
Tanto el entendimiento como el conocimiento político de los ciudadanos resultan relevantes para la democracia. La información que reciben los ciudadanos, que eventualmente se asimila y utiliza, se vuelve conocimiento y entendimiento, los cuales animan la participación de los ciudadanos en la vida política; ambos (entendimiento y conocimiento) fortalecen la calidad de la decisión del votante; reducen la posibilidad de la manipulación de los ciudadanos por las autoridades y diferentes grupos políticos, y contribuyen a una mejor representación de los ciudadanos (Lupia y McCubbins, 1998). Otros autores, Delli Carpini y Keeter (1996), además de reconocer las “bondades” anteriores del conocimiento y el entendimiento para la democracia, agregan que ambos promueven la tolerancia; segundo, activan la participación política de los ciudadanos; tercero, el conocimiento y el entendimiento político ayudan a los ciudadanos a construir estables y consistentes opiniones de los ciudadanos en múltiples temas; cuarto y último, el conocimiento y el entendimiento ayudan a la ciudadanía a identificar los intereses que más les favorece y a desarrollar las actitudes y comportamientos más pertinentes para trabajar en beneficios de dichos intereses.
El debate tradicionalmente se ha enfocado en discutir qué tan informados se encuentran los ciudadanos y las consecuencias que esto podría tener para la democracia. Así, una primera postura argumenta que el ciudadano tiene niveles bajos de información, y que esta carencia tiene un impacto directo en su comportamiento y en el proceso electoral en sí mismo (Bartels, 1996). Incluso algunos autores (Delli Carpini y Keeter, 1996) sostienen que los ciudadanos con poca información política se “destacan” por ser menos estables y consistentes en sus opiniones. El segundo grupo de estudiosos cuestiona los argumentos anteriores y señala que si bien los ciudadanos no cuentan con información enciclopédica sus decisiones mantienen cierto grado de complejidad, ya que utilizan atajos informativos (Popkin, 1994) o bien recurren a aquellos “expertos” cercanos que les facilitan y amplían la información a lo largo de un proceso de “agregación” (Page y Shapiro, 1992) Uno de los problemas de ambas posturas, desde nuestra perspectiva, es que se asume, incorrectamente, que poseer conocimiento político y entender los sucesos políticos son sinónimos. Ryan (2011: 338) señala que una persona puede poner atención a los eventos políticos; incluso participar en la política, pero jamás entender verdaderamente de qué tratan y las consecuencias de los asuntos políticos.
El significado de conocimiento y entendimiento son distintos, aunque incorrectamente se utilizan como sinónimos. El conocimiento se refiere a la información o conciencia adquirida a través de la experiencia o educación (Ferbanch et al., 2013). La información adquirida se refiere a “hechos” de la realidad, no sujetos a debate ni a ponerlos en entredicho, De tal manera, el tiempo que dura un Presidente en el poder, el número de diputados que integran la Cámara baja, las entidades federativas que conforman la nación, son ejemplos de conocimientos en materia política. Para varios autores (Ferbanch et al., 2013), el conocimiento va más allá del entendimiento, y en cierto sentido el primero es más acabado que el segundo.
Por su parte, el entendimiento se refiere a darse cuenta del significado o causa de algo; una interpretación o visión de un suceso en particular (Ferbanch et al., 2013). Es un “argumento” inacabado, que incluso puede ser puesto a prueba por medio de una evaluación o ejercicio. Si leemos un poema y, además, intentamos dilucidar lo que nos quiso decir el poeta, estamos ante un ejemplo del entendimiento. Cuando buscamos comprender por qué nuestro país perdió más de la mitad de nuestro territorio en la Guerra contra los Estados Unidos, nuevamente discutimos sobre un caso de entendimiento. Cuando el ciudadano se cuestiona a sí mismo su capacidad de descifrar los sucesos políticos (“¿Usted cree entender los eventos de la política?”) nos remitimos a otro ejemplo de entendimiento.
Clave resulta identificar, en resumen, las diferencias entre el conocimiento y entendimiento. El conocimiento se refiere a la información de los hechos, donde la interpretación poca “oportunidad” tiene; mientras, la clave del entendimiento está en la interpretación que el sujeto realiza sobre un hecho inacabado. Por otro lado, el conocimiento se centra en acontecimientos acabados, donde poco espacio existe para la argumentación y poner en duda lo que se afirma; por el contrario, el entendimiento remite al “mundo” de lo inacabado, lo que se encuentra a debate, y donde persiste cierto ejercicio de la subjetividad de la persona.
Empíricamente los resultados sobre la relación entre conocimiento y apoyo-confianza hacia las instituciones políticas son los siguientes.
Para varios autores (Krosnick y Branon, 1993; Miller y Krosnic, 2000) el conocimiento, la información que reciben los ciudadanos, conlleva un efecto negativo sobre la confianza hacia las instituciones políticas ya que el ciudadano contrasta la información que recibe con lo que dice y hace el gobierno, desarrollando una visión crítica hacia la autoridad y, por lo tanto, se espera una correlación negativa entre el conocimiento y la confianza hacia las instituciones políticas, en este caso del Poder Ejecutivo.
Krosnicl y Branon (1993) descubren que la evaluación del ciudadano sobre el trabajo de George Bush está asociada de manera negativa con el conocimiento: a mayor información del ciudadano proveniente de los medios de comunicación (lectura de periódicos, seguimiento de radio y televisión de programas con contenido informativo) menor confianza hacia el presidente George Bush. Los hallazgos de Miller y Krosnick (2000) fortalecen el descubrimiento anterior, ya que estos autores encuentran que el conocimiento político tiene un impacto negativo en la evaluación del ciudadano sobre el presidente Bill Clinton.
De esta manera, a partir de la evidencia empírica existente, es pertinente formular la siguiente hipótesis:
H1: A mayor conocimiento político, menor confianza en las instituciones políticas, en este caso del Poder Ejecutivo.3
En cuanto a las investigaciones de corte empírico enfocadas en la relación entre entendimiento y confianza, resalta el hecho de que los estudios basados en encuestas incluyen algunas preguntas que permiten “medir” el conocimiento político.4 En contraste, los estudios sobre el “entendimiento político”, son menores5 (Micheletti, 2014). A pesar de esta limitante, los hallazgos han permitido examinar con cierto detalle al entendimiento político del ciudadano. Fernbach et al. (2013) encuentran evidencia empírica para sostener que solamente pocas personas tienen el conocimiento político detallado en materia de política pública que permita un sólido “entendimiento” en estos temas. Incluso, la ciudadanía sobrevalora lo que “entienden” sobre los mecanismos de política pública, por muy complejos que sean.
Otro tipo de estudios también han ponderado el papel que tiene el entendimiento político de los ciudadanos, desde diferentes perspectivas. Así, para los teóricos de la democracia liberal, el entendimiento de la gente en materia política es una especie de pre-requisito para la democracia, “en un tiempo razonable, cada miembro (de una democracia) debe tener oportunidades efectivas e iguales para entender las políticas públicas relevantes y sus probables consecuencias” (Dahl, 1989: 37). Otros estudiosos (Delli Carpini et al., 2004; Galston, 2001) han privilegiado en sus análisis la relación entre la deliberación y el entendimiento del ciudadano para fortalecer a los sistemas democráticos. El entendimiento del ciudadano y su postura sobre temas de política pública es una forma de participación en beneficio de la democracia, que no se restringe exclusivamente a votar. Una tercera perspectiva argumenta que el entendimiento político de la ciudadanía solamente puede darse en un contexto altamente comunicativo, caracterizado por la búsqueda, recuperación y transmisión de la información del ciudadano (Tarrow, 2002, Meike, 2002).
En cuanto a líneas de investigación concentradas en la relación entre el entendimiento político y la confianza en las instituciones políticas, Cho (2014), Ferbanch et al. (2013), Micheletti (2014) y Zaller (1992), argumentan que el entendimiento político afecta la confianza y el apoyo de la ciudadanía hacia las instituciones políticas, pero que dicho efecto es eminentemente positivo. Desde esta postura (Cho, 2014; Ferbanch et al., 2013; Micheletti, 2014; y Zaller, 1992), los resultados muestran que el entendimiento político tiene efectos positivos sobre el apoyo político del ciudadano hacia las instituciones políticas.
De tal forma, a partir de lo discutido en los párrafos anteriores, es posible formular la hipótesis en estos términos:
H2: A mayor entendimiento político, más confianza en las instituciones políticas, en este caso del Poder Ejecutivo.6
Datos, metodología y formulación de hipótesis alternas
El análisis de este capítulo se basa en el estudio de 2014 de LAPOP, organizado por la Universidad de Vanderbilt, incluye datos de encuestas realizadas en 28 países. El presente trabajo retoma exclusivamente la encuesta realizada en México, debido a nuestro objeto de investigación: la confianza ciudadana en el Presidente mexicano. Es una encuesta representativa a nivel nacional de adultos en edad de votar, se llevó a cabo a través de entrevistas cara a cara. La muestra fue desarrollada utilizando un diseño probabilístico multi-etápico por conglomerados (con cuotas a nivel del hogar), y la muestra fue estratificada por regiones, tamaños de los municipios y por zona urbano y rural dentro de cada municipio.
1 100 personas fueron encuestadas. En los modelos que se corrieron con todas las variables se incluyeron cerca de 990 personas.7 La variable dependiente es el nivel de la confianza ciudadana por el Presidente mexicano; las variables independientes claves son el conocimiento y el entendimiento políticos. Como variables control, los modelos incluyen la opinión de la población sobre la corrupción entre los funcionarios públicos, la experiencia del ciudadano con la delincuencia (si ha sido víctima, o no), el grado de participación de la ciudadanía en diferentes asociaciones: de tipo político y de carácter religioso. Asimismo, las variables socio-demográficas como la edad, la educación, el ingreso y el género también son incluidas en los modelos. Finalmente, se incluyen variables como la confianza interpersonal y la identificación partidista (partidismo). El Cuadro 1 muestra cómo se hicieron operativas dichas variables.
Cuadro 1
Para atender la posible limitante de que los modelos MCO pudieran violar alguno de los principios que guían este tipo de estudios, en particular el de la normalidad multivariada (la distribución conjunta de un grupo de variables aleatorias sigue los patrones de una distribución normal, Stock y Watson, 2007: 40), basado en varios autores (Acock, 2006: 240; Baum, 2006: 153), el artículo utiliza como estrategia metodológica regresiones ponderadas por medio de modelos MCP, es decir, se considera que la precisión de los datos (observaciones) recolectados en una muestra, depende del tamaño del estrato al cual pertenece, en este caso, las cuatro regiones en que se dividió la población original para realizar la muestra (norte, centro occidente, centro y sur).
Uno de los supuestos de los modelos MCO es que la varianza de los factores no observables, u (también conocido como término de error), condicionada sobre los regresores Xs, es constante, es decir, idéntica, lo que se conoce como homoscedasticidad o varianza constante (Wooldridge, 2003: 52). Si ésta no se lleva a cabo, la varianza no es igual, problema que se conoce como heterocedasticidad (Baum, 2006:133) en tal caso, un estimador más eficiente sería mínimos cuadrados ponderados.
Podemos tratar con la heterocedasticidad innata en una regresión sobre datos agrupados al considerar que la precisión de cada grupo (es decir, su error estándar) depende del tamaño del grupo que se calcula. El peso analítico, proporcional al inverso de la varianza de la observación, debe tener en cuenta el tamaño del grupo (Baum, 2006: 153). En este caso, la muestra se obtuvo dividiendo la población en cuatro regiones: norte, centro occidente, centro y sur. Al utilizar un análisis ponderado, modelos MCP, con base en el número de observaciones por región, se modifican las estimaciones del coeficiente, y lo más importante, se reduce la raíz del error cuadrático medio (the mean squared error, por sus siglas en inglés, MSE) de la ecuación estimada. El problema de no utilizar ponderadores en el análisis es que se le da “el mismo peso” a las regiones que tienen menor número de observaciones que a las regiones cuyo número es grande. La ponderación también arroja estimaciones de coeficientes más precisos (Baum, 2006:154).
La variable dependiente de este estudio es la confianza en el Presidente, su variación, se asume, es explicada por dos variables independientes principales, el conocimiento y el entendimiento políticos; la relación de causalidad entre estas variables y la variable dependiente fue explicada en el apartado anterior. Asimismo, el artículo incluye en el modelo el uso de variables control que han demostrado su poder explicativo en estudios anteriores. En las siguientes líneas el estudio detalla la relación de causalidad entre estas variables control y la variable dependiente, formulando hipótesis alternas.
En relación con el vínculo entre la confianza en el Presidente y las variables socio-demográficas, investigaciones previas sugieren que quienes poseen un alto nivel educativo confían menos en las instituciones políticas (Cook y Gronke, 2005). La racionalidad de la causalidad es la siguiente: Una persona con un alto nivel educativo posee mayores recursos informativos, conoce diferentes fuentes, sabe cómo sistematizar la información y la contrasta con las fuentes oficiales; la información obtenida por el ciudadano es comparada con la de las autoridades; en menor o mayor grado son distintas, de tal manera esta diferencia orienta a la ciudadanía a tomar una postura de mayor crítica y menor respaldo hacia la autoridad. Asimismo, desde esta perspectiva enfocada en las variables socio-demográficas se ha identificado, con cierta consistencia, que los grupos más favorecidos económica y socialmente, aquéllos con mayor ingreso, son los que muestran más confianza en las instituciones políticas (Howell y Fagan, 1988).8 La lógica es ésta: los ciudadanos con mayores recursos económicos sienten que dicha situación se deriva de un buen, o al menos eficiente, trabajo de las instituciones, y por ende apoyan a quienes con su trabajo les han permitido disfrutar de tal status. A partir de las líneas anteriores, formulamos las dos hipótesis siguientes:
H3: Los grupos con mayor nivel educativo muestran una menor confianza en el Presidente, que aquellos sectores con menor grado de estudios escolarizados.
H4: Los sectores con mayores ingresos evidencian más confianza en el Presidente, que aquellos grupos menos favorecidos económicamente.
Algunos autores centran su análisis en un conjunto de variables llamadas “contextuales”, (Catterberg y Moreno, 2005; Trelles y Carreras, 2012), las cuales miden el impacto que tienen ciertos “temas” relevantes en la sociedad y el contexto político donde interactúa el ciudadano. Estos temas pueden ser muy diversos, ya que se derivan de situaciones particulares con las que convive la ciudanía diariamente, van desde temas de carácter económico hasta aquéllos de carácter social y político. En México, dos temas específicos han sido causa de la preocupación de la opinión pública durante las últimas décadas: la corrupción y la delincuencia. De tal forma, la postura que tome la ciudadanía sobre ellos orientará su confianza por el Presidente. La lógica que explica el comportamiento de la variable que mide la relación entre la percepción sobre la corrupción y el apoyo hacia el Presidente es la siguiente: los ciudadanos que ven a la corrupción como un mal muy generalizado entre los funcionarios públicos expresan menor confianza en el Primer Mandatario, ya que las expectativas que había generado el gobierno disminuyen, el sentimiento de frustración se fortalece, y el ciudadano se siente decepcionado y le retira su apoyo a las instituciones políticas. Asimismo, la racionalidad que explica el vínculo entre el haber sido víctima de un hecho delictivo y el respaldo hacia el Presidente se da en los siguientes términos: los ciudadanos que han sido víctimas de la delincuencia experimentan menor confianza en el Ejecutivo, contrario a quienes no han padecido un hecho delictivo. Después de ser víctima de un hecho delictivo, las expectativas sobre las instituciones políticas disminuyen, la frustración aumenta, la decepción aparece y la ciudadanía retira su apoyo hacia sus representantes.
H5: Entre más negativa es la percepción sobre el trabajo de los funcionarios públicos, por ser la corrupción un mal generalizado entre ellos, más disminuye la confianza en el Presidente.
H6: Quienes han sido víctimas de un hecho delictivo, tienen una menor confianza en el Presidente que aquellos ciudadanos que no han padecido tal experiencia.
Otros autores “apuestan” por factores como el grado de participación de los ciudadanos en diferentes organizaciones políticas, religiosas, entre otras (Almond y Verba, 1963; Almond, Verba et al., 1989; Putnam, 1993). La lógica que explica el comportamiento de esta variable se describe a continuación: la participación voluntaria de la ciudadanía en diferentes organizaciones de carácter social como asociaciones genera interacción social entre sus miembros, confianza y apoyo del ciudadano por la asociación a la que se pertenece, que eventualmente se “traduce” en el interés por su entorno político, y en el apoyo hacia las instituciones de gobierno.
H7 Quienes tienen una participación más recurrente en las asociaciones, tienden a apoyar más al Presidente, que aquellas personas cuya participación es menor.
Para Rothstein y Stolle (2008) la variable clave que explica la confianza por las instituciones políticas es la confianza interpersonal, es decir, la confianza que los ciudadanos tienen entre sí, lo que algunos autores han llamado “capital social” (Hardin, 1999; Howell y Fagan, 1988; Putnam, 1993). ¿Cuál es la racionalidad que explica cómo se comporta esta variable? En la medida que la interacción entre los ciudadanos se convierte en confianza entre sí, dicha confianza puede trasladarse a las instituciones políticas, que al final de cuentas están integrados por otros ciudadanos a los que en principio considera depositarios de su apoyo.
H8: A mayor confianza hacia las personas que forman parte de nuestro entorno, hay una mayor interacción con ellas y, por ende, mayor confianza en el Presidente.
Otros estudios han visto en la identificación partidista el principal “motor” que guía la confianza de la opinión pública. Se asume que aquellos ciudadanos que expresan una mayor simpatía por algún partido político, evidencian mayor confianza por las instituciones políticas, en este caso por el Presidente (Jones y McDermott, 2002: 248). Identificarse con un partido, sea de izquierda, de centro o de derecha, implica más que apoyar a tal partido, sentirse cercano a las instituciones políticas, no sentirse lejano a ellas y, por lo tanto, respaldarlas.
H9: Quienes simpatizan con algún partido político muestran mayor apoyo por el Ejecutivo, en contraste con quienes no sienten simpatía por este tipo de instituciones.
Resultados
El análisis del Cuadro 2 presenta tres modelos econométricos de tipo MCP, comenzando con un modelo base (modelo 1), en el cual la confianza hacia el Presidente es explicada exclusivamente por las variables Conocimiento y Entendimiento. Ambas variables son significativas, con un 99% nivel de confianza. Esto quiere decir que en el caso del Conocimiento, de 100 casos, en 99 de ellos cuando los encuestados contestaron de manera correcta el número de años del periodo presidencial, la confianza en el Presidente disminuye 0.46. Lo que arroja evidencia a favor de la hipótesis uno de este trabajo (H1: A mayor conocimiento político, menor confianza en el Poder Ejecutivo). En el caso del Entendimiento, de 100 casos, en 99 de ellos cuando el entendimiento de los encuestados aumentó una unidad, la confianza en el Presidente aumentó 0.11. Lo que arroja evidencia a favor de la hipótesis dos de este trabajo (H2: A mayor entendimiento político, más confianza en el Ejecutivo).
Cuadro 2
[i] Fuente: Elaboración propia a partir del análisis de datos de LAPOP 2014. Errores estándar en paréntesis. La variable dependiente es la confianza en el Presidente. * P < 0.10; ** P< 0.05; *** P< 0.01. Los símbolos anteriores representan los “valores P”, la probabilidad de que la hipótesis nula (Ho) sea cierta, es decir, la probabilidad de que una variable independiente (VI) no tenga efecto sobre la dependiente (VD). Si el valor P es < 0.10, hay un 90% de confianza de que VI afecte a VD, por lo tanto, se rechaza primera Ho, lo que significa que la VI sí explica el fenómeno estudiado. Cuando P es < 0.05 o P es < 0.01, hay un 95% y 99% de confianza, respectivamente, de que VI afecte a VD, y rechazamos la Ho.
Resalta el hecho de que, al parecer, las variables Conocimiento y Entendimiento tienen efectos distintos, opuestos, en la confianza ciudadana sobre el Presidente. En el primer caso, el conocimiento fortalece la crítica y el cuestionamiento de la ciudadanía, razón por la cual la confianza hacia el Ejecutivo disminuye, cuando el conocimiento se manifiesta en los encuestados. Por el contrario, el entendimiento (sentir, que se entienden los sucesos políticos) tiene un efecto positivo sobre la confianza hacia el Presidente. Tal parece que la “interpretación” de los sucesos políticos, aquello que distingue al entendimiento, favorece una actitud de respaldo hacia el Ejecutivo, por parte de los ciudadanos; esto no implica que la interpretación de los sucesos políticos por parte del ciudadano sea la correcta o no.
En el modelo 2 se agregan variables de tipo socio-demográfico: educación, ingreso, edad y mujer. De estas cuatro variables, las variables Educación y Edad son significativas con un 99% nivel de confianza; la primera con un efecto negativo, y la segunda positiva. Lo que parcialmente coincide con hallazgos previos, mencionados en la revisión de la literatura (Cook y Gronke, 2005). ¿Cómo se explica el comportamiento de la variable Educación? Entre más nivel educativo se tiene, hay una tendencia a experimentar una mayor reserva para “premiar” a las instituciones políticas con la confianza ciudadana, lo que respalda a la hipótesis tres. Una persona con un alto nivel educativo posee mayores recursos informativos, conoce diferentes medios y los compara con las fuentes oficiales; la información obtenida por el ciudadano muchas veces contrasta con la de las autoridades, de tal manera esta diferencia orienta a la ciudadanía a restringir su respaldo hacia la autoridad. En cambio, contrario a lo que se esperaba con base en la hipótesis cuatro, la variable ingreso no resultó significativa, lo cual sugiere que el poder explicativo de esta variable se reduce ante la presencia de otro tipo de variables, vinculadas con la percepción o con el contexto de los encuestados, como lo muestran los siguientes modelos. Hasta cierto punto resulta sorpresivo encontrar que la variable Edad se muestra significativa con un 99% nivel de confianza. La literatura no muestra hallazgos empíricos sólidos sobre la relación entre la edad y la confianza en las instituciones políticas, aunque algunos trabajos muestran que a mayor edad los ciudadanos tienden a apoyar a la democracia y a sus instituciones, probablemente por haber padecido durante largo tiempo la dureza de un régimen autoritario, a diferencia de los jóvenes (Baviskar y Malone, 2004). Tal vez ésta sea la razón del poder explicativo de la variable Educación.
En el modelo 3 se agregan como controles una serie de variables propias del contexto mexicano (Corrupción Funcionarios y Víctima) para examinar si los efectos de las variables Conocimiento y Entendimiento permanecen o desaparecen. Como se puede observar, ambas variables siguen siendo significativas, la primera con un 90% y la segunda con un 99% nivel de confianza. Asimismo, las variables Corrupción Funcionarios y Víctima alcanzan un nivel de confianza de 99%, lo que favorece a las hipótesis cinco y seis, respectivamente. La lógica que explica el comportamiento de dichas variables es que un contexto caracterizado por funcionarios corruptos, la violencia y la inseguridad, afecta las expectativas de la ciudadanía en las autoridades, en un primer momento las expectativas disminuyen, después la población se siente decepcionada, frustrada, hasta que su apoyo hacia las autoridades e instituciones políticas disminuye cada vez más.
En el modelo 4 del Cuadro 3, se evidencia que la participación social de los ciudadanos por medio de diferentes asociaciones incide positivamente en la confianza hacia las instituciones políticas, en este estudio del Presidente. Las variables A. Religión y A. Políticas afectan, respectivamente, con un nivel de confianza 95% y 90%, respectivamente, la confianza en el Ejecutivo. Lo que confirma la hipótesis siete de este trabajo. La racionalidad que describe los efectos de estas variables sobre el apoyo hacia el Presidente es la siguiente: la participación voluntaria de la ciudadanía en diferentes organizaciones de carácter social como asociaciones genera interacción social entre sus miembros, confianza y apoyo del ciudadano por la asociación a la que se pertenece, que eventualmente se “traduce” en el interés por su entorno político, y en el apoyo hacia las instituciones de gobierno.
Cuadro 3
[i] Fuente: Elaboración propia a partir del análisis de datos de LAPOP 2014. Errores estándar en paréntesis. La variable dependiente es la confianza en el Presidente.* P < 0.10; ** P < 0.05; *** P < 0.01. Los símbolos anteriores representan los “valores P”, la probabilidad de que la hipótesis nula (Ho) sea cierta, es decir, la probabilidad de que una variable independiente (VI) no tenga efecto sobre la dependiente (VD). Si el valor P es < 0.10, hay un 90% de confianza de que VI afecte a VD, por lo tanto, se rechaza la Ho, lo que significa que la VI sí explica el fenómeno estudiado. Cuando P es < 0.05 o P es < 0.01, hay un 95% y 99% de confianza, respectivamente, de que VI afecte a VD, y rechazamos la Ho. En el modelo 6 los coeficientes estandarizados tienen una escala diferente a los no estandarizados, por lo que el error estándar de los primeros, anotados en paréntesis, no necesariamente coincidirán con el nivel de significancia que marcan los asteriscos.
En el Cuadro 3, el modelo 5 incluye las variables Confianza Interpersonal y Partidismo, ambas logran un nivel de confianza de 99%, lo cual respalda las hipótesis ocho y nueve respectivamente. ¿Cuál es la racionalidad que explica cómo se comporta cada una de estas variables? Sobre el primer caso, en la medida que la interacción entre los ciudadanos se convierte en confianza entre sí, dicha confianza puede trasladarse a las instituciones políticas, que al final de cuentas están integradas por otros ciudadanos a los que en principio considera depositarios de su apoyo. Sobre el segundo, identificarse con un partido, sea de izquierda, de centro o de derecha, implica más que apoyar a tal partido, sentirse cercano a las instituciones políticas, no sentirse lejano de ellas y, por lo tanto, respaldarlas. La presencia de la variable Partidismo hace que el poder explicativo de la variable A. Política disminuya, probablemente porque ambas están hasta cierto punto correlacionadas, es decir, parte de lo que explica la variable A. Política sobre la variable dependiente, confianza en el Presidente, es explicado por el partidismo.
El modelo 6 se “corrió” utilizando coeficientes estandarizados,9 para poder observar y comparar cuál de las variables utilizadas tiene un mayor poder explicativo, que es un punto importante para este análisis. Como el modelo 6 muestra en el Cuadro 3, la variable Entendimiento tiene un coeficiente de 0.14, siendo con esto la variable que logra mayor impacto en la confianza en el Presidente, la variable dependiente del presente estudio. La variable Conocimiento (con un coeficiente de -0.06), en cuanto a su poder explicativo, se ubica muy distante en relación a la variable Entendimiento. Este hallazgo sugiere como la revisión de la literatura indicó en páginas previas (Fernbach et al., 2013) que la opinión pública tiende a sobrevalorar lo que “entiende” de los sucesos políticos, por muy complejos que éstos sean, por encima del conocimiento real que tienen.
Para ilustrar el impacto de las dos variables en que se enfoca este artículo, “Conocimiento político” y “Entendimiento político”, sobre la confianza en el Presidente, el trabajo presenta las Gráficas 1 y 2. La Gráfica 1 muestra que hay una correlación positiva entre la variable independiente, “Entendimiento Político”, y la variable dependiente, “Confianza en el Presidente”. Al aumentar una, aumenta la otra; sin embargo, se evidencia que este efecto no es del todo homogéneo, cuando agregamos como variable control el conocimiento político del ciudadano (Categorías: Con conocimiento y Sin conocimiento). El entendimiento político afecta positivamente la confianza en el Presidente, este efecto va de 3.4 a 4.0 entre quienes tienen menor conocimiento político (la línea superior de la gráfica), y de 3.0 a 3.6 entre quienes tienen mayor conocimiento político (la línea inferior de la gráfica). ¿Qué significa esto? ¿Qué quiere decir que las dos líneas sean casi paralelas? Las líneas son casi paralelas porque sus pendientes son similares, casi iguales, lo que indica que el impacto de la variable independiente (Entendimiento político) sobre la variable dependiente (Confianza en el Presidente) es casi el mismo para los que tienen conocimiento político y los que no lo tienen (la variable control), pero, aquí la clave, las respectivas intersecciones de las líneas son diferentes, lo que muestra que si bien el impacto es casi el mismo, éste tiene una escala distinta para quienes poseen conocimiento político y para quienes no lo tienen. El impacto de la variable independiente comienza en 3.4 para los que su nivel de conocimiento político parece casi nulo; y en 3.0 para los que tienen un conocimiento político más alto, evidenciando que el impacto del entendimiento político sobre la confianza comienza en un punto más alto entre los que no poseen conocimiento político, que entre los que sí
La Gráfica 2 muestra que hay una correlación negativa entre la variable independiente, “Conocimiento Político” y la variable dependiente, “Confianza en el Presidente”. Al aumentar una, disminuye la otra; sin embargo, se evidencia que este efecto no es del todo homogéneo, cuando agregamos como variable control el “Entendimiento Político” (Categorías: “Entiende Mucho” y “Entiende Poco”). El “Conocimiento Político” afecta negativamente la confianza en el Presidente, este efecto va de 4.0 a 3.6 entre quienes tienen mayor entendimiento político (la línea superior de la gráfica), y de 3.4 a 3.0 entre quienes tienen menor conocimiento político (la línea inferior de la gráfica). ¿Qué significa esto? ¿Qué quiere decir que las dos líneas sean casi paralelas? Las líneas son casi paralelas porque sus pendientes son similares, casi iguales, lo que indica que el impacto de la variable independiente (Conocimiento político) sobre la variable dependiente (Confianza en el Presidente) es casi el mismo para los que tienen entendimiento político y los que no lo tienen (la variable control), pero aquí la clave, las respectivas intersecciones de las líneas son diferentes, lo que muestra que si bien el impacto es casi el mismo, éste tiene una escala distinta para quienes poseen entendimiento político y para quienes no lo tienen. El impacto de la variable independiente comienza en 4.0 para los que asumen tener un alto entendimiento político; y en 3.4 para los que tienen un entendimiento político bajo, evidenciando que el impacto del conocimiento político sobre la confianza comienza en un punto más alto entre los que poseen un mayor entendimiento político, que entre los que no.
Las Gráficas 1 y 2 sugieren que los efectos del conocimiento y el entendimiento no van en el mismo sentido. Como la revisión de la literatura mostró, el conocimiento tiene que ver más con “información y datos obtenidos por medio de la experiencia” que con la interpretación de los mismos (Ferbanch et al., 2013) y, por otro lado, el entendimiento está más relacionado con el “ejercicio interpretativo” que con la información y datos transmitidos (Ferbanch et al., 2013), por lo que quienes poseen mayor conocimiento, al parecer, apelan en menor medida a la interpretación, es decir, al entendimiento, y viceversa, quienes le dan una mayor preponderancia al entendimiento son aquellos que no poseen el mayor conocimiento.
Estos resultados se enmarcan en un contexto caracterizado por una situación preocupante, donde la poca confianza hacia las instituciones políticas es la norma y no la excepción. El mismo estudio organizado por LAPOP, Barómetro de las Américas 2014, utilizado aquí, encontró que en México el Ejecutivo es quien despierta menor confianza entre la ciudadanía (47%), por debajo de las Fuerzas Armadas (72%), la Iglesia Católica (69%), gobierno municipal (57%), Congreso (51%) y Poder Judicial (48 por ciento).
Conclusiones
Este artículo ha explicado la importancia de la confianza de la opinión pública en el Presidente. Dicha confianza es un “pilar” para la vida democrática. Si los ciudadanos carecen de confianza en las instituciones políticas se carece de acuerdo; la disputa y las diferencias insalvables son las constantes, lo que orienta hacia solamente un destino: la violencia (Thies, 2006). La confianza y apoyo de la opinión pública puede garantizar la independencia de los poderes (el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial). Como este artículo ha mencionado, durante los periodos de crisis económica, por momentos específicos, la estabilidad democrática requiere que los ciudadanos tengan suficiente confianza en las instituciones económicas y políticas para aceptar las dificultades económicas temporalmente a cambio de una promesa de mejores condiciones en un futuro incierto (Catterberg y Moreno, 2005).
Una baja confianza en el Ejecutivo puede afectar a la democracia. La confianza en el Ejecutivo resulta clave en un régimen presidencialista, siendo éste la máxima autoridad encargada del ejercicio del poder; además la confianza es particularmente importante para los gobiernos democráticos dado que este tipo de régimen no puede basarse en la coerción, como lo hace un sistema autócrata.
Explicar la importancia para la vida democrática de la confianza en el Presidente resulta indispensable, pero otro punto medular en el presente trabajo ha sido analizar de dónde proviene tal confianza, es decir, qué determina la confianza de la opinión pública en el Ejecutivo.
Teóricamente, se ha argumentado que la confianza en el Ejecutivo proviene de múltiples determinantes: el conocimiento, el entendimiento, los temas como la corrupción y la delincuencia, el grado de asociación de los ciudadanos, el partidismo, la confianza interpersonal, y las características sociodemográficas de la población, en este caso principalmente la educación y la edad. Estas variables, particularmente las dos primeras, han ofrecido empíricamente elementos para fortalecer su papel como determinantes de la confianza en el Presidente. Destaca en el análisis que, al comparar el impacto de las variables independientes en la confianza sobre el Presidente, claramente y en términos estadísticos, el entendimiento resulta la variable que muestra mayor poder explicativo para comprender las variaciones de la confianza de la opinión pública en el Presidente.
El conocimiento y el entendimiento de los sucesos políticos tienen efectos distintos en la confianza de la opinión pública hacia el Presidente. En el primer caso, el conocimiento vuelve a la opinión pública crítica del Presiente y la confianza difícilmente es otorgada (por eso el efecto negativo de la primera sobre la segunda variable); en contraste, la creencia de los ciudadanos de que entienden los asuntos de la vida nacional, convierte a la opinión pública en “generosa” en cuanto al otorgamiento de su confianza al Ejecutivo (de aquí la correlación positiva entre ambas variables). Este hallazgo sugiere que el conocimiento y el entendimiento de los asuntos políticos son dos variables distintas, cuyos efectos sobre la confianza en las instituciones políticas son opuestos: el conocimiento posee efectos negativos sobre la confianza, mientras que la creencia sobre el entendimiento tiene efectos positivos. Este hallazgo conduce a las siguientes reflexiones. ¿Qué relación mantienen entre sí el conocimiento y el entendimiento? ¿Qué guía la dinámica de ambos? La evidencia presentada sugiere que, si bien la relación entre uno y otro es estrecha, el sentido de uno es distinto al del otro. El conocimiento pertenece al ámbito del dato, de la información que permea la vida de la ciudadanía, en la casa, en el trabajo, en los momentos de distracción, a través de múltiples recursos, medios de comunicación, la charla cara a cara, Internet, las redes sociales. Y tal pareciera, como diferentes estudiosos (Cohen, 2004; Hamilton, 2003) han encontrado, un contexto global caracterizado por la información negativa (desempleo, asaltos, crisis, guerras) influye para que el ciudadano halle elementos para disentir con las autoridades, con las instituciones, incluso a distanciarse de ellas, “retirarse” y restringirles su apoyo. ¿Y en esta dinámica dónde aparece el entendimiento? Podría suponerse que el conocimiento y el entendimiento “viajan juntos”, incluso con el mismo sentido, pero valdría la pena cuestionarse si es así. El entendimiento, como varios teóricos han formulado (Graff, 2010; Quaile y Myers, 2014; Thomas, 2008), demanda una serie de habilidades y recursos cognitivos que deben cultivarse; un conjunto de actitudes y prácticas que no necesariamente llegan automáticamente porque hay más información, porque hay más recursos, porque hay más oportunidad de conocimiento. El entendimiento demanda que el ciudadano pueda interpretar su entorno, pueda asimilar los hechos y acontecimientos sociales, políticos e históricos, pero para esto necesita contar con las habilidades cognitivas y actitudes producto de cierta educación o literacidad política, de la que hablan ciertos autores (Graff, 2010; Quaile y Myers, 2014; Thomas, 2008). Cuando el ciudadano no ha sido adiestrado, no ha sido preparado, para familiarizarse con la práctica del entendimiento político, el trabajo interpretativo que realiza puede llevarla por cualquier camino, cuyo “transitar” no necesariamente será aquél que marque el conocimiento, incluso puede ser contradictorio con éste. El presente estudio sugiere que la dinámica entre conocimiento y entendimiento tal vez resulta contradictoria, el camino de uno va en sentido contrario al del otro; quienes poseen mayor conocimiento, más información, dependen menos de su “trabajo interpretativo” que motiva el entendimiento; y quienes poseen menos información, menos conocimiento, recurren, por ende, con más frecuencia a la interpretación del entorno, del contexto, a tratar de entender los sucesos políticos.
La presente investigación tiene como retos futuros el análisis de la confianza en el Presidente por medio de estudios de panel (aquéllos que permiten calcular el efecto de una variable independiente sobre la dependiente a través del tiempo), en contextos diferentes al mexicano, pero con cierta semejanza como pudiera ser América Latina; estudios que privilegien el empleo de una variable instrumental (aquélla que permite “clarificar” totalmente la dirección de la causalidad entre la confianza en el Presidente y el entendimiento o bien la confianza en el Ejecutivo y el conocimiento).